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La lista de productos y servicios que los niños piden a sus padres parece no tener fin, y en algunos casos es increíblemente costosa.
Aprender a lidiar con estas demandas es parte de ser padres. Pero, ¿cómo debería una madre o un padre decidir cuándo es correcto ceder o cuándo decir que no? ¿Cómo deberían los niños aprender el valor del dinero, la importancia del ahorro y los riesgos de endeudarse?
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Podría decirse que dar a los jóvenes una buena formación en materia financiera nunca ha sido tan importante: hoy en día, muchas personas se encuentran bajo presión desde el inicio de su vida laboral, con altos niveles de deuda por estudios, pasantías con baja remuneración (o sin remuneración) y costos de alquiler en aumento.
Algunos no podrán resistirse al canto de la sirena del crédito. Desde los 18 años, los jóvenes pueden solicitar tarjetas de crédito, préstamos para comprar autos y financiamiento a corto plazo que, si no es bien manejado, puede arruinar su estabilidad financiera y sumergirlos en una deuda a largo plazo.
El Money Advice Service (Servicio de Asesoramiento Financiero) es una organización benéfica que ha descubierto que casi tres cuartas partes de los adultos alrededor de los veinte años ha cometido los más lamentables errores financieros en sus primeros años de independencia financiera, y un 15% de este grupo sostuvo que sus deudas habían terminado “fuera de control”.
En términos generales, la explosión de las posibilidades de elección entre productos financieros ha vuelto vital la comprensión de cómo funciona el dinero. La cifra total de hipotecas convencionales en el mercado, para tomar como ejemplo un solo producto financiero, ha pasado de 2.646 en el 2007 a 4.187 hoy en día, de acuerdo con la página Web de comparación de precios Moneyfacts. Aquellos que tienen la tranquilidad como adultos para averiguar las mejores ofertas, sin duda, estarán en mejor situación en los resultados.
AHORRO Y GASTO
Las primeras charlas sobre dinero pueden iniciarse a la edad temprana de 3 o 4 años, enseñando a los niños en casa sobre la existencia de diferentes monedas y su valor, y entregándoles una alcancía. Dotada de una cantidad simbólica de propinas, esa puede ser su iniciación física en la noción del ahorro, que luego será sustituida por una cuenta de banco o de una caja de ahorros.
Las conversaciones sobre dinero con los niños más grandes pueden ser más sofisticadas. Un padre puede hablar de posibles ahorros en un supermercado o sacar una factura y hablar en términos sencillos acerca de decidir entre diferentes proveedores. Los sitios de comparación en la Web también pueden servir para que los niños entiendan sobre las posibilidades de ahorro de manera clara y con detalle.
“La idea es involucrar a los jóvenes en esas elecciones diarias de dinero y abrir sus ojos ante la realidad del dinero y las finanzas”, dice Russell Winnard, consultor sénior en educación de Pfeg, una organización benéfica de educación financiera.
La cantidad de propina que se considera apropiada puede variar mucho entre familias, pues depende de las posibilidades y costumbres de cada hogar. Algunos dan propina por tareas semanales específicas o como una forma de alentar a los niños a “compartir trabajo” con los quehaceres; otros la entregan como un derecho básico. Pero, la mayoría empieza con una modesta cifra semanal y la va incrementando lentamente a medida que el niño crece.
Richard Bertin, director gerente de FF&P Wealth Planning, sostiene que un indicador para el tema de la propina podría ser hablar con otros padres en los patios de juego. “De seguro es más fácil conversar sobre lo que se está haciendo con la propina de sus hijos que preguntar cuánto se ganó el año pasado”, dice.
Para la mayoría, la propina significa abrir una cuenta de banco o de caja de ahorros. Los padres normalmente tienen el control en los años pre-adolescentes, mientras los adolescentes mayores asumen mayor responsabilidad sobre su dinero y se van acostumbrando a las transacciones. El uso de una cuenta bancaria es una buena forma de tener más confianza en el dinero, señala Winnard: los que no la tienen con frecuencia son los que quedan excluidos económicamente de la sociedad en el futuro.
“Sin embargo, abrir una cuenta y depositar dinero en ella debe ser una decisión individual de los padres en base a las necesidades de sus hijos”, añade.
Hay un amplio margen para mejorar el conocimiento sobre dinero en los niños, agrega Winnard, recordando una reciente visita a una escuela en Londres, donde todos los niños de 12 a 13 años en la clase tenían un teléfono móvil, pero ninguno sabía su costo mensual. Un padre contó al FT que su hija había acumulado una enorme deuda en su teléfono móvil durante un viaje de estudios al extranjero. Había prestado el teléfono a todos sus amigos para que llamaran a sus casas, sin ser consciente del costo de las llamadas móviles internacionales.
No sirve de mucho tener una comprensión del dinero si no se conoce las matemáticas básicas, y los adultos en el Reino Unido tienen un desempeño deficiente en esto: cuatro de cada cinco tienen un “bajo nivel de conocimientos matemáticos”, lo que equivale a menos de la nota C para un GCSE (Certificado General de Educación Secundaria), según el National Numeracy Challenge. “Los datos muestran que desde el año 2003 hasta el 2011, la alfabetización ha mejorado, pero la aritmética ha retrocedido, desde un nivel que ya estaba bajo”, dice Mike Ellicock, presidente ejecutivo de la organización benéfica.
Sin embargo, existen razones para sentirse optimistas sobre nuestra capacidad para enseñar sobre temas de dinero. El tabú histórico entre las familias de clase media para hablar sobre dinero ha desaparecido en gran medida. Y, desde el año pasado, la educación financiera es parte de la currícula nacional en las escuelas secundarias. Han surgido organizaciones benéficas como Pfeg, parte de Young Enterprise, y RedSTART, las cuales ofrecen gran cantidad de recursos para los padres en la enseñanza de las finanzas.
Los bancos también se han involucrado: Metro Bank organiza visitas para escuelas y grupos de jóvenes en sus 32 sucursales, en las que presenta temas, tales como el ahorro, la banca y la preparación de presupuestos, que ameniza con una visita a la bóveda de un banco en funcionamiento.
Muchos padres consideran el trabajo de medio tiempo o de fin de semana (legal a partir de los 16 años) como una parte importante en la educación financiera de sus hijos. Por lo menos, puede resultar esclarecedor para que alguien pueda darse cuenta de que se necesitan seis días de trabajo para conseguir lo que se desea para Navidad.
Hacer donaciones es otra herramienta adicional para alentar a los niños a pensar más allá de sus propias necesidades y deseos. Ron Lieber, autor de The Opposite of Spoiled (Lo contrario a mimado), sugiere una variante a la idea de la alcancía. En vez de tener un depósito de dinero, los niños podrían tener tres: uno para ahorro, otro para gasto y otro para donaciones a una buena causa que ellos elijan.
James Pickford
Sub editor de FT Money
Fuente : http://elcomercio.pe/