De acuerdo con diversos historiadores, cuando desfilaban después de una importante victoria, los generales romanos tenían a un esclavo que se encargaba de murmurarles frases para recordarle que era un simple mortal y, por lo tanto, falible.
Lo anterior tenía el propósito, en un sentido conductual contemporáneo, de evitar la generación de un excesivo sentido de autoconfianza y de infalibilidad, que posteriormente nublaría sus decisiones y, consecuentemente, su efectividad.
Nuestro bolsillo no
es inmune
En términos de conducta financiera, muchos de los errores que cometen los inversionistas están relacionados tanto con un elevado sentido de autoconfianza como con el efecto conocido como de disposición, siendo éste el que lleva con frecuencia a que los inversionistas abandonen precipitadamente inversiones que están siendo rentables y, de forma incluso más grave, a negarse a abandonar inversiones que están resultando perdedoras.
De acuerdo con el artículo “How Shifting Feelings of Personal Responsibility Reverses the Disposition Effect”, de Aspara y Hoffmann, los efectos de disposición y de autoconfianza pueden ser manipulados en un sentido positivo para mejorar nuestras decisiones financieras.
Un primer mecanismo de manipulación se centra en tratar de cambiar el foco en la responsabilidad de las inversiones ganadoras o perdedoras previas.
Tal como en el ejemplo del general romano, se trata de provocar, a través de una reflexión propia constante, que evitemos creernos infalibles sólo porque tuvimos algún episodio de decisión financiera adecuada.
Se trata, en este caso, de que hagamos el ejercicio concreto de reconocer los factores externos que tuvieron un peso relativo importante en el resultado favorable de la inversión y no en pensar que se derivaron de nuestra habilidad.
De la misma manera, pero en sentido opuesto, se trata de reafirmar que los errores que nos llevaron a las pérdidas financieras no tuvieron como factor fundamental los elementos del entorno, sino que por el contrario esas malas inversiones fueron resultado directo de nuestra falta de un adecuado juicio financiero.
Redirigir éxitos y fracasos
Trasladar la responsabilidad de los éxitos pasados fuera del ámbito de nuestras propias capacidades y concentrar la responsabilidad de los fracasos financieros en nuestras propias debilidades ayuda a mantener un nivel de alerta en nuestras decisiones financieras mucho más puntual que si, por condiciones circunstanciales económicas y financieras, empezamos a creer que somos infalibles.
Un segundo mecanismo de manipulación conductual que plantea la investigación está relacionado con el hecho de que por un sentido de responsabilidad se tiende a tener una mejor capacidad de análisis cuando se manejan las inversiones ajenas que cuando son propias.
Por ello, sería recomendable que cuando una persona toma decisiones financieras no piense que las está realizando para sí mismo, sino por ejemplo que piense que está efectuando una inversión para sus hijos.
De esta manera, puede mejorar su capacidad de tomar decisiones mucho más prudentes y analíticas.
A mayor plazo, mejores decisiones
Un tercer mecanismo descrito en el estudio es el establecimiento de metas ulteriores asociadas a la inversión, pero no directamente relacionadas con la obtención de recursos financieros o de una ganancia de corto plazo.
Cuando las personas identifican objetivos de mayor trascendencia y de sentido de autorrealización, se presenta un incremento en la capacidad de analítica de las decisiones que disminuye el efecto de disposición y sus consecuencias negativas.
Para algunos resulta incómodo hablar de un sentido de manipulación, pero si esta manipulación contribuye a mejorar nuestras decisiones financieras y que incrementemos nuestro bienestar presente y futuro, bien vale la pena intentarlo para lograr la estabilidad de nuestra familia.
Fuente: Diario El Economista de México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)